29 de juny 2010

La fi del serial?

La sentència del Tribunal Constitucional sobre l’estatut de Catalunya es un pas més del procés de involució autonòmica que està patint l’estat espanyol des de mitjans dels anys noranta. Si aquest anunciat ja es de per sí prou preocupant, aquesta sentencia posa també de manifest altres problemes potser més preocupants com la incomprensió entre Catalunya i Espanya i els dèficits democràtics del estat espanyol.

Un cop anunciada la sentència, els mitjans de comunicació estatals, tots ells amb una òptica profundament madrilenya, donaven per fet la fi del serial del estatut i es congratulaven d’una sentència que acontentava a tothom, si fa no fa, el mateix que es podia llegir entre línees a les compareixences del PP i del Govern espanyol. Després que una ample majoria del parlament aprovés un text que Artur Mas i Zapatero van retallar, després de passar el tràmit parlamentari al congrés i de que la ciutadania aprovés el text encara més retallat en referèndum, ara ve el Tribunal Constitucional i, actuant com a legisladors, modifiquen un estatut vigent des de fa quatre anys. I esperen que actuem com si aquí no hagués passat res? Ja no es que ens passin la ma per la cara, és que ens prenen per imbècils.

El Tribunal Constitucional, tot i no ser part del poder judicial, esta format per magistrats del CGPJ i el fet que la sentència anul·li gairebé totes les competències judicials que atorgava l’Estatut a Catalunya hauria de fer pensar si l’estat de democràtic social i de dret es per tothom o els jutges van apart. La opinió dels membres del TC sobre una reforma del CGPJ es indiferent: han de fer una valoració jurídica, no actuar gremialment. D’igual manera, no pot ser que una sentència judicial remarqui fins a vuit cops la “indisoluble unidad de la nación española”. Senyors del TC, Franco ha mort, i si Espanya és una unitat de destí en lo universal o no ho és ho decidirà la ciutadania, no vostès. En el preàmbul del estatut es diu que Catalunya es una nació. No entrarem en la qüestió que els preàmbuls mai no apareixen en les sentencies, però ja que a la constitució es parla de nacions, no veig la necessitat de repetir tants cops la maleïda frase. Si volen un estat al seu gust, passin per les urnes, encara que dubto que ningú els votés.

A nivell polític, la reacció del Govern català, tant pel que fa a la compareixença del President Montilla com a les reaccions d’ERC i ICV/EUiA, ha estat de la contundència que aquest atac a les institucions democràtiques catalanes es mereixia. És d’esperar que CiU se sumi a aquesta protesta i que, per un cop, puguem donar una resposta política unitària. Si als polítics els preocupa la desafecció, ha arribat el moment de demostrar que treballen pel país i oblidar-se de les eleccions de novembre. CiU haurà de deixar que el President Montilla encapçali la protesta com màxim representant del país, els diputats del PSC a Madrid hauran de votar el que s’acordi a Catalunya encara que no agradi al PSOE i Esquerra haurà de pactar amb la resta de partits i no barrejar la legítima pretensió independentista amb el cas del Estatut. Si tot això ja sembla força complicat, a pocs mesos d’unes eleccions ja sembla una quimera, però si no ho fan, que després no esperin que la participació sigui elevada. Els organismes “democràtics” espanyols han deixat ben clar que el que surti del Parlament els és totalment indiferent. Ara és el moment que la ciutadania demostri el seu rebuig a aquesta sentència al carrer, i d’empènyer als nostres polítics a oblidar el partidisme i recordar-los la seva funció pública i representativa.

9 de juny 2010

Una huelga necesaria

Los medios de comunicación han sido unánimes al considerar la huelga de funcionarios del 8 de junio como un fracaso. Sorprende las diferentes valoraciones del seguimiento hechas por administraciones y sindicatos, como siempre, pero no sorprende, y también es un clásico, la facilidad con que los medios de comunicación se han lanzado a calificar de fracaso la convocatoria. Los medios de comunicación de derecha jamás dirán que una convocatoria sindical ha sido un éxito, es contrario a su ADN, pero los llamados medios de izquierda, como parte de grupos empresariales, tampoco suelen calificar de éxito las huelgas, y menos cuando la administración gobernante en este momento es de supuesto color socialista. La diversidad y pluralidad de medios de la que tanto alardea occidente desaparece en los temas de estado, y si solo un 11% de funcionarios apoyó la huelga, no sé quien eran todas las personas que estaban en las manifestaciones, manifestaciones por cierto que los medios también han minimizado.

Independientemente de si se valora como un éxito, como un fracaso o en un término media la huelga, se deberían hacer unas apreciaciones sobre la convocatoria. En primer lugar, se haga la valoración que se haga del evento, me parece aventurado sacar conclusiones como que la gente apoya los recortes por el supuesto fracaso de la huelga, tal y como han hecho determinados medios. Dicho esto, hay que decir que el desarrollo de la manifestación de Barcelona fue, como poco, caótico, con enfrentamientos entre la CGT y CCOO/UGT y la demostración de una incapacidad de conseguir una unidad sindical en momentos tan complicados como los que se están viviendo. Si no pueden conducir una marcha desde plaza Universidad hasta plaza Sant Jaume/plaza de la Catedral sin incidentes, poca credibilidad tienen a la hora de defender los intereses de la mayoría de la población trabajadora. Aún así, creo que la convocatoria congregó suficiente gente como para tener esperanzas de cara a futuras huelgas.

La huelga también ha permitido mostrar muchos de los prejuicios de la población hacia el funcionariado y como el discurso de la derecha ha ido calando en la formación de la opinión pública. Comentarios repetidos por líderes de opinión con sueldos obscenos como que los funcionarios son privilegiados por tener un empleo fijo nos llevan a la consideración que los trabajadores deben ser eventuales, y si bien no es sorprendente de tertulianos y opinadores oficiales, si lo es por parte de la población trabajadora que debería exigir el mismo trato por parte de la empresa privada, no desear que los funcionarios los igualaran en precariedad. Detrás de este ataque a funcionarios está el desprestigio de los servicios públicos, unos servicios de los que deberíamos estar orgullosos y que, mayoritariamente y en contra de la opinión de los voceros del reino, cuentan con personal muy competente y trabajador que ha ido perdiendo paulatinamente poder adquisitivo desde 1982. Por si esto fuera poco, la reforma de convenios laborales unilateralmente debería ser motivo de apoyo por parte de la sociedad.

En el caso de Catalunya, además, estos recortes a los funcionarios afectan también afectan a los empleados subcontratados por la administración e incluso puede llegar a afectar a las empresas que reciben subvenciones públicas. En estos casos, los trabajadores son tan precarios como cualquiera, no son funcionarios públicos. Estos casos ponen sobre la mesa la preocupante práctica de la administración de subcontratar servicios negando los derechos que tienen los funcionarios a trabajadores que cumplen funciones similares. Donde la administración debería dar ejemplo se comporta como cualquier empresa dirigida por Díaz Ferrán. Todos estos recortes repercutirán en la calidad del servicio público y, teniendo en cuanta quien nos gobierna, si los aceptamos, pronto se extenderán al resto de la población.

Por todos estos motivos, y sin profundizar en otros aspectos económicos más urgentes que las reformas laborales o este paquete de medidas de reducción del déficit, ni en la aberrante congelación de pensiones, la sociedad debe apoyar a los funcionarios y exigir a los sindicatos la convocatoria de una huelga general antes del verano, porque si no reaccionamos, los mercados, empresas y políticos incompetentes nos llevaran a la destrucción del estado del bienestar que tanto tiempo nos costó conseguir.