24 d’abr. 2010

Tribunales

Este último mes se ha caracterizado por la presencia de tribunales en el discurso político. En España, la imputación del Juez Baltasar Garzón en tres causas a puesto en la picota al Tribunal Supremo y ha reabierto el sempiterno debate de la Guerra Civil y las dos Españas. En Catalunya, seguimos esperando una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya.


Las críticas sobre los procesos contra el juez Garzón se han centrado en la causa abierta contra el magistrado por investigar el franquismo. Parece de república bananera –o en este caso monarquía bananera- que se aplauda que el “superjuez” investigue dictaduras de ultramar pero que le esté prohibido investigar los casos de casa. Pero una vez dicho esto, que la demanda haya sido interpuesta por Falange Española de las JONS –aunque ahora haya sido excluida de la acusación- no invalida para nada el proceso y, en cierta medida, es un síntoma de normalidad democrática. Cualquier persona u organización, sea quien sea, tiene derecho a recurrir o denunciar a la justicia. Si no fuera así, deberíamos delimitar cuales son las buenas ideologías y cuales las malas, y definir entre ciudadanos con todos los derechos y ciudadanos con derechos mermados. Si tanto molesta la Falange –y personalmente me molesta-, los dos partidos mayoritarios se inventaron en su momento una ley de partidos que, hasta donde yo sé, no tiene porque limitarse a la izquierda abertzale.


Por lo que respecta al Estatut de Catalunya, la crítica de que el Constitucional está politizado es bastante extraña. Hay que recordar que el Tribunal Constitucional es un órgano de control de la cámara de representantes, externo del poder judicial, encargado de que no se aprueben leyes contrarias a la Constitución. La cobardía de los partidos mayoritarios ha impedido la renovación de algunos de sus miembros que ya han terminado mandato y parece que le han pasado el muerto al Constitucional para que recorte lo que en su momento las cámaras no se atrevieron a cortar. Es una vergüenza que se tarde menos en redactar un Estatuto que en dictar una sentencia, al igual que es patético que se recurran artículos en Catalunya aceptados en otras comunidades. La legitimidad del tribunal Constitucional como órgano independiente no ha existido jamás, y la culpa es de los partidos políticos mayoritarios, tanto del PSOE como del PP.


En lugar de lanzarse insultos y descalificaciones, o de criticar a otros organismos, los políticos podrían abandonar el populismo y hacer de una vez su trabajo. ¿Es una vergüenza que no se pueda investigar el franquismo? Por supuesto. Que los partidos se pongan a trabajar y que deroguen la Ley de Amnistía de 1977. ¿Falange Española de las JONS debería ser ilegalizada? Pues que se utilice la ley de partidos. ¿Por qué no se renuevan a los miembros del Tribunal Constitucional que han terminado mandato o al que ha muerto? Porque los partidos no quieren. ¿Está politizado el Tribunal Constitucional? Más de lo mismo, que en vez de repartirse los puestos entre PP y PSOE, se sienten todos los partidos y diseñen un proceso de elección que no responda a sus intereses. Por una vez en treinta años, que los partidos dejen de pensar en ganar las elecciones y se pongan a trabajar.

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