Esperanza Aguirre, líder anarquista

Estos últimos días, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha convertido en la cabeza visible del anarquismo español con sus llamadas a la desobediencia civil y al fraude fiscal cuando llegue la subida del IVA. Lo curioso es que todo el Partido Popular se ha sumado a la causa y ha apoyado las extravagantes ideas de la presidenta madrileña. No es la primera vez que esto ocurre, sucedió lo mismo con la asignatura de educación para la ciudadanía o en la aplicación de la prohibición de fumar en los espacios públicos. A la derecha española le resulta tan extraña la idea de la democracia que, cuando una ley no les gusta, ignoran a las Cortes Generales y a los representantes escogidos por la población y santas pascuas.

Independientemente de si se está de acuerdo o no con la ley –en mi caso no estoy de acuerdo-, es impresentable que un partido político y sus medios afines defiendan su no cumplimiento y aplaudan estas propuestas que rozan el golpe de estado. Estos mismos señores son los que amenazaron con la supresión de la autonomía vasca durante la tramitación del llamado plan Ibarretxe y los que periódicamente amenazan con los tanques a la sociedad catalana por seguir los cauces democráticos de reforma de un estatuto de autonomía. Si el Tribunal Constitucional, órgano politizado y de escasa legitimidad, recorta el estatuto votado por los catalanes, el presidente de la Generalitat tiene la opción de seguir los pasos de la Comunidad de Madrid y hacer lo que le plazca.

Es impresentable también la actitud del gobierno. Si a una de las autonomías anteriormente nombradas, se les ocurriese ignorar todas aquellas leyes que no les gustan, es seguro que la reacción no se quedaría en una simple reprimenda. La obligación de la señora Esperanza Aguirre es cumplir con las leyes que salen del congreso, le gusten o no, y si no lo hace, debería ser imputada legalmente y retirada de un cargo democrático que parece no entender.